Un día decidí irme a dar una vuelta por la vida, a ver que
se cocía por allí…
Decidí saltar por la ventana y caer al vacío para acabar
volando en aviones de papel.
Me dije “¿por qué no?”, pero me respondieron “¿por qué si?”
Me di cuenta de que el teclado de mi ordenador no aceptaba
poner interrogaciones, lo que me obligó a ir afirmando cosas sin sentido. Compré
dinero a raudales, perdí vicios, vendí aire, me robaron el raciocinio y alguien
me regaló un poco de ternura.
Fui buscando mil cosas que no había perdido y creo que más o
menos a la mitad del camino me planteé retroceder.
Entonces llegué a una puerta que me recordó a Alicia en el
país de la maravillas y reflexioné, ¿la abro?, ¿no la abro?, ¿Por qué no? y
luego otra vez ¿Por qué si?.
Le di vacaciones a mi conciencia, nos fuimos a Hawai a tomar
piña colada y ahí me devolvieron uno de esos vicios.
Compré una bici para rodar a la velocidad del medioambiente
pero él iba más rápido y acabé dándome cuenta de que todo esto no iba de
kilómetros por hora. Volví por curiosidad donde nadie me quería y me recibieron
con una sonrisa, di la vuelta, me lancé a la piscina y como aun no habían
puesto la red para andar por la cuerda floja, tuve que esperar, y mientras
tanto nadé entre tiburones.
Me aburrí de todo esto, pero resultó que mi aburrimiento
contaba chistes tremendamente divertidos, por lo que no pude parar de reír. Como
ya no tenía ningún sitio construí un mundo a mi medida, lo llené de fotos,
películas, libros, y nubes de gominola y por allí empezaron a aparecer viejos
amantes. Me indigné y pedí otros nuevos, pero el repartidor se confundió de
dirección y acabó en el lado contrario del yingyang. Tocamos el gongh todos
juntos, y unos chinchines quisieron acompañarnos. Nos contrataron para amenizar
la gran muralla china, pero acabamos haciendo carreras con patinetes.
Amablemente nos pidieron que montáramos en globo, con
intención de dar la vuelta al mundo en 80 días, pero nos parecieron demasiados
minutos y decidimos usar phentosegundos.
Se nos paró el reloj a la hora en punto y dimos por
concluido nuestro viaje.
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